SOLO EN UN FESTIVAL DE CINE… (2ª parte)

(Si no has leído la primera parte, sugiero que lo hagas antes de continuar…) 

blog 10  El verano había caído en el olvido, y el invierno se había impuesto desde aquel desastre de entrevista que le hice a Gary Flynn. A pesar del tiempo, el recuerdo de cada minuto de aquel encuentro forzado seguía atormentándome. La incomodidad de estar los dos sentados en la misma habitación, la misma en la que habíamos dado rienda suelta a nuestros deseos la noche anterior, la presencia impuesta de su manager censurando nuestras palabras, pero, sobre todo, y lo más hiriente, la mirada fría de odio de Gary. Llevaba medio año esforzándome por olvidarlo, aquella horrible entrevista, y especialmente, la noche que le precedió. Por más vueltas que le diera, por mucho que me esforzara en dejarlo atrás, solo conseguía convencerme de una cosa, que todo en aquella noche había sido perfecto. La manera casual de encontrarnos, la forma en la que la conversación parecía fluir, sin necesidad de incitarla, sin silencios incómodos en los que te esfuerzas por encontrar un tema de conversación. El momento preciso en el que nuestras miradas se cruzaron, y los dos supimos que algo se encendió en aquel instante, la forma en la que se prolongó esa mirada, sabiendo que los dos comprendíamos su significado, esa mirada que te anuncia lo que sabes que acabará ocurriendo, y tienes la certeza de que no harás nada para frenarlo. Había deseo en nuestras retinas, pero había algo más, había interés, curiosidad, el anhelo de abarcar a esa otra persona en todos sus rincones por descubrir. Con el tiempo y la distancia acabé por convencerme de que aún había algo que no llegamos a decir en aquel cruce de miradas, una certeza que no te atreves a confesar por miedo a que sea solo un espejismo. Todo lo que ocurrió después solo pudo persuadirme aún más de que estaba con el hombre más increíble que había conocido, y que había caído en la trampa del amor en tan solo un instante.

He de advertir que no soy un romántico. Jamás en mi vida me había ocurrido algo parecido, era desconcertante de una manera hermosa, y cruel a la vez. Sí me hubiesen hablado hace seis meses de una historia parecida, me hubiese reído. Esas cosas ocurren en las películas, no en la vida real. Hubiese argumentado que solo era un calentón mal interpretado, uno no se enamora en un par de horas. Esa fue precisamente mi primera pregunta cuando le entreviste al día siguiente.

—¿Crees en el amor a primera vista? — y el gesto de Gary, que había sido tenso desde que yo había entrado en el salón de la habitación, se tiñó de pánico.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Por… la película —expliqué como si fuese obvio —es una comedia romántica. ¿Crees que es posible enamorarse de alguien nada más conocerse?

—¡Nah! Eso no pasa… —y la respuesta sorprendió a su manager, que le lanzó un imperceptible gesto de reproche — supongo que una atracción muy fuerte puede parecer amor, pero el amor verdadero llega con el tiempo…—añadió el actor, intentando suavizar su respuesta cortante.

—Una atracción muy fuerte… —repetí yo, meditando su respuesta —¿Has experimentado alguna vez una atracción así? —y Gary me clavó la mirada, con la misma expresión que debían tener las gacelas cuando se saben atrapadas por una manada de leonas.

—Deberías preguntarme por la película, para eso estás aquí — Una vez más la reacción sorprendida de su manager que no tenía suficientes pistas como para apreciar el subtexto de nuestra conversación.

—Creía que lo estaba haciendo ¿No va de eso? ¿de pasiones irrefrenables y amores que no pueden evitarse, por más que intentemos escapar de ellos?

—¿Has visto la película siquiera? —preguntó con sarcasmo. Había estado en la sala de cine, pero lo cierto es que había prestado poca atención, estuve más pendiente de atisbar alguna señal de Gary desde la zona vip donde se sentaba junto a los productores, el director y su compañera de reparto. De todas formas, las comedias románticas siempre tratan de lo mismo… o puede que yo fuera demasiado cínico.

Nuestra conversación siguió en la misma dinámica, un desencuentro errático destinado al fracaso. En realidad, toda nuestra relación estaba derrotada antes de empezar, y solo yo lo supe desde el principio.

No era una sorpresa que no hubiese vuelto a tener noticias de Gary. De nada había servido que en el artículo que escribí sobre él le hubiese dejado más que bien parado, ignorado por completo que se comportara como un capullo durante toda la entrevista. Tampoco que llevara guardando su pequeño secreto durante seis meses, algo que sin duda no le había pasado desapercibido. El destino había querido que nuestras vidas se cruzaran una vez, pero no iba a ocurrir una segunda, si quería ver a Gary Flynn una vez más, tendría que mover todos los hilos que tuviese a mi alcance, y alguno más que no tenía.

Fue una vez más en un festival de cine, en esta ocasión el de Sundance en Utah. Cuando le propuse a mi jefe cubrir el festival, no pareció muy convencido, cuando me ofrecía a pagarme el viaje, la idea le entusiasmo. No debería dejar que se acostumbre a esto, pero, sabía que Gary estaría en Sundance, y sabía que un festival de cine y un pase de periodista eran mi mejor baza para volver a cruzarme en su camino. No os voy a aburrir con todos los tejemanejes, maquinaciones, y chantajes a los que tuve que recurrir para lograr mi objetivo. Solo os diré que fue mucho más complicado de lo que me esperaba, el festival de Sundance estaba hiper masificado, y tenía un nivel de control de seguridad exagerado. Para colmo, estaba dejando de lado por completo el cometido laboral de mi viaje, pues no había ido a ver ni una sola de las películas que se presentaban a concurso, así que, si no conseguía cumplir mi verdadero propósito, toda esta odisea habría resultado una tragedia inútil.

Tras tres días de intentos frustrados, conseguí colarme en una fiesta privada de la Paramaunt en un hall de hotel atestado de personajes del mundillo del cine, pues nadie que fuese alguien, o lo pretendiese, en la industria del cine quería perderse esta fiesta. Entre la multitud de artistas, productores, gestores, agentes, camarógrafos, técnicos, organizadores y demás personajes ligados al mundillo, la figura de Gary Flynn brillaba con luz propia. Estábamos en la misma sala, y aun así sentía que nos separaba toda una galaxia, aunque solo saber que estaba allí hizo que se me cortara la respiración y se me acelerara el corazón. Llevaba meses deseando volver a tenerlo tan cerca, y, sin embargo, parecía inalcanzable con el tropel de gente orbitando a su alrededor intentando llamar su atención, como moscas atendiendo a una buena boñiga. Y de golpe, me sentí ridículo, un acosador, un fan enloquecido deseando acercarse a tocar a su ídolo, a arrebatarle un mechón de pelo para venerarlo luego en soledad. Toda esta aventura era absurda, lo que ocurrió en Cannes no volvería a repetirse y yo estaba actuando como un gilipollas. Pensé que lo mejor era marcharse. Me pedí un trago en la barra que apuré con celeridad, volví a ponerme la chaqueta y me encaminé hacia la puerta de salida. Entonces le vi. Se acercaba por la sala directamente hacia mi sin perderme de vista, y juro que en ese momento mi cuerpo perdió toda solidez y creí convertirme en barro.

—El periodista sexy… — anunció, y sus ojos me escrutaron más allá de la piel, en algún lugar donde se esconde el alma, quizás.

—¿Es así como me recuerdas? —Gary se mordió el labio inferior y dejó escapar una sonrisa a medias.

—Nunca te agradecí que me dejaras bien en esa entrevista, creo que me porté como un cretino engreído.

—Fue culpa mía… y no eres un cretino engreído.

—¿Te vas?

—Eh… no lo sé. Esperaba poder hablar contigo cinco minutos, pero pareces ocupado.

—Si… tengo trabajo —dijo, con un gesto de fastidio más propio de un niño pequeño quejándose por sus deberes —¿Puedes esperar un rato?

—Claro…

—Pues… te veo luego.

Y volvió a perderse en el laberinto de moscardones dejándome huérfano, aunque esta vez, el aliciente de la promesa de un reencuentro fue suficiente para llenar el vacío que dejaba su presencia al esfumarse. Me entretuve dando vueltas por el salón, ojeando folletos, me encontré con un periodista francés al que recordaba de algún otro festival de cine, inventamos como pudimos una excusa para charlar, y luego seguí perdido. Lo cierto es que no conocía a nadie en esa fiesta. El rato se convirtió en una hora, y la hora en dos, y la estrella de cine seguía a la deriva por las mareas de gente que se arremolinaba a su alrededor. El tiempo pasaba y yo seguía esperando a una promesa que se hacía más efímera con cada minuto que pasaba. No era demasiado tarde, las doce a penas, estas fiestas de promoción se hacían relativamente pronto, las verdaderas fiestas de desparrame comenzaban después, y para esas más te valía formar parte de la élite de la industria, o no te enterarías de nada. Pasadas las dos horas nuestros ojos se cruzaron un instante en la lejanía, los míos seguramente cargados de aburrimiento y sueño, los suyos hicieron un breve gesto de súplica, rogando que aguardara un poco más, y yo le aseguré, también con la mirada, que aguardaría lo que hiciera falta.

Justo cuando ya no lo esperaba, y me había acomodado en mi letanía, su voz me sorprendió por la espalda.

—¿Tienes coche? —por supuesto, había alquilado un coche en el aeropuerto, aunque hasta ahora había resultado un estorbo pues el festival tenía organizado medios de transporte gratuitos —Larguémonos antes de que me atrapen otra vez. —Y huimos juntos de aquel mercado disfrazado de fiesta, y aún tuve que arrancarlo de las garras de paparazis y admiradores que aguardaban a la entrada a la espera de una foto o un autógrafo, que Gary ofrecía sonriente con una paciencia infinita. Aunque el tiempo ya había dejado de ser un tema y hubiera esperado una década si hubiese hecho falta para verle finalmente subir a mi volvo alquilado, con una naturalidad cotidiana, dejando olvidada su aura de estrella al otro lado de la puerta metálica.

—¿A dónde vamos? —pregunté mientras ponía en marcha el vehículo con rumbo incierto.

—¿Crees que podemos desaparecer un rato…? O un par de años… —dejo escapar en un suspiro acomodándose en el asiento del copiloto.

—¿Cansado?

—Un poco… —dijo cerrando los ojos un instante. Y de repente, al igual que noche en la que se conocieron, la conversación empezó a fluir, y pronto se volvió más personal. —Gracias por no decir nada… ya sabes…

—Ya te lo dije, no soy de los que van contando los secretos de nadie.

—Pensarás que soy un farsante…

—Lo que yo piense da igual, lo importante es cómo te sientes tú…

Gary cogió aire y lo dejó escapar en un suspiro largo —Es complicado, puede que no lo parezca desde fuera, pero… hay demasiada presión… mucho dinero involucrado, a los productores les preocupa su inversión… Incluso insisten en incluir una cláusula en mis contratos para que no diga nada mientras dure la promoción de la película…

—¿Eso es legal?

—Bueno, no lo dicen explícitamente, es algo como “no cambar mi estatus público”, o alguna chorrada así…

—Así que no es cosa tuya…

—¡Joder! Ya lo sé, suena a excusa… la verdad es que me aterra ese momento en el que todos quieran un trocito de la historia… o dar su opinión…

—Gary, no tienes que justificarte, no es asunto mío… y no te estoy juzgando ¿vale?

—Vale —aceptó, aunque no parecía convencido. —He leído tu libro.

—¿En serio? Creía que estaría descatalogado.

—Es interesante…

—…” interesante” es un sinónimo de coñazo ¿verdad?

Y su risa llegó como una ligera descarga eléctrica. —Admito que me costó leerlo, pero me aclaró mucha información que tenía dispersa, nunca había entendido bien los conflictos entre chiíes y suníes, y todos los problemas entre las etnias en los países árabes… ¿Así que todo es culpa de occidente?

—Bueno, está claro que hay una responsabilidad histórica, llevamos siglos jugando a manipular oriente, pero los gobiernos árabes también has sacado tajada muchas veces de los intereses colonialistas… Creo que, si lo hiciera ahora, escribiría un libro muy distinto…

—¿De qué forma?

—Al final he llegado a la conclusión de que las verdaderas diferencias en el mundo no son entre razas o culturas, naciones o creencias. El mundo se divide entre los tiranos que mantienen una lucha de poder y están dispuestos a alimentar los conflictos en beneficio propio, y los que intentan contener esa lucha y evitar que no estalle en una masacre. Cuando mandan unos tenemos guerras, cuando mandan los otros conseguimos por breves momentos la apariencia de paz.

—Deberías escribirlo.

—Si creyera que serviría de algo… hemos vuelto a la casilla de salida, estamos volviendo a las ideologías que nos llevaron a la segunda guerra mundial, y nadie hace nada para frenarlo…  es como estar viendo la ola del tsunami que se acerca irremediablemente a la costa, y no conseguir que la gente reaccione y se ponga a salvo…

—¡Joder! No tienes mucha fe en la humanidad…

—Bueno, hoy solo me preocupa una cosa, hacer un truco de magia y conseguir que desaparezcas… —le miré a tiempo de ver su deliciosa sonrisa.

—¿A dónde estamos yendo?

—No tengo la menor idea… pero ya se me ocurrirá algo ¿Confías en mí?

Y se tomó un instante para meditarlo. —La verdad es que si…

—Pues, porque no descansas un rato mientras se me ocurre algún truco, no te quiero cansado…

—Está bien —añadió sin dejar de sonreí.

Gary se acomodó el asiento, cerró los ojos, y yo busqué algo de música en la radio. Debía estar realmente cansado, pues al cabo de unos minutos comprobé que se había quedado profundamente dormido, lo que me dio libertad para diseñar un plan. Dos horas más tarde, ya de madrugada, desperté a Gary con un pequeño beso en los labios. Abrió los ojos algo desconcertado —lo siento —dije —era demasiada tentación. —y él sonrió.

Bajamos del coche para encontrarnos con una cabaña de madera que parecía sacada de algún cuento de Cristian Andersen, de techo alto y empinado, madera oscura y puerta roja, oculta entre estirados álamos blanqueados por una fina capa de escarcha —¿Dónde estamos?

—Cerca del lago de Utah, aunque a estas horas dudo que lo veamos. —expliqué mientras sacaba una bolsa del coche con algunos vivieres que había comprado por el camino.

—¿Cómo lo has hecho?

—Una cosa que me gusta de los americanos, habéis convertido la desidia en un arte. Se puede hacer cualquier cosa sin bajar del coche… —continué, acercándome a la puerta —la llave debería estar por aquí.

Gary se recostó junto a la puerta mientras me observaba buscar la llave en el canto de la ventana. —Así que básicamente, me has secuestrado.

Le miré divertido, entre las sombras de la noche, poniendo su mejor gesto de chico malo —podría decirse que sí —le seguí la broma al tiempo que abría la pesada puerta de madera. Dentro hacía casi tanto frío como fuera, olía a polvo y humedad almacenada. Al menos las luces funcionaban. Nada más entrar, aún junto a la puerta, nos miramos al fin bajo la tenue luz anaranjada de la cabaña.

—Supongo que, si me has secuestrado, ahora querrás torturarme y abusar de mi —dijo con la voz arrastrada, sin dejar escapar mis ojos. Dejé caer la bolsa de la compra, y me acerqué a él hasta enjaularle entre mis brazos.

—Ese era el plan.

Entonces nuestros labios se juntaron en ese beso profundo que tanto había ansiado, los labios dieron paso a las lenguas, explorando nuestras bocas, luego su barbilla, su cuello, su oreja, sus párpados, y vuelta a los labios. Mi lengua navegando jugosa por su precioso rostro, y mis manos buscando su piel en todos los rincones, apartando lentamente su ropa. Las chaquetas cayeron al suelo descuidadas, y le siguieron las camisas y camisetas que, a pesar del frío, ya no necesitábamos. Nuestros dos pechos desnudos se abrazaron al fin, acariciándose mutuamente, las respiraciones se aceleraban, y su boca emitía un ligero gemido suplicando por más. Le dirigí con firmeza hacia la mesa rustica de madera que presidía el pequeño salón principal de la cabaña. Le subí a la superficie en un movimiento rápido, Gary se dejó caer hacia atrás y mientras se recostaba sobre la mesa yo volvía a lamer su cuerpo, me entretuve rodeando con la lengua uno de sus pezones, y seguí viajando entre sus abdominales con el ligero sabor salado de su piel en la boca, hasta alcanzar el borde de su pantalón. Lo desabroché con urgencia para enredar mi cara ente su vello púbico, y aspiré profundamente su olor antes de recorrer con mi lengua su dureza. —¡Oh, dios! —exclamó Gary, entre mis garras. Pantalones fuera, esta vez me entretuve besando sus piernas, desde los dedos a la entrepierna hasta perderme una vez más en sus genitales que lamía con avaricia mientras él gemía con fuerza con la respiración entrecortada y los músculos en tensión. Lamí también mis dedos antes de introducirlos por su orificio, buscando en la profundidad el lugar exacto que le haría gritar de placer.blog14

—Quiero que te corras en mi boca — le ordené antes de volver a absorber su polla por completo. Con mis dedos y mi boca follándole simultáneamente, Gary intentaba controlar su respiración, gemía y hablaba sin coherencia alguna.

—¡Si… sigue… joder… por favor… no puedo… dios…! —y al final un grito largo y agónico anunció su orgasmo justo antes de que su semen llenara mi garganta.

Sentado sobre la mesa, sus ojos quedaban a mi altura —Me encantan tus manos, joder…— dijo antes de besarme una vez más, sus labios gruesos, hinchados ya por el roce con mi barba de tres días. Siguió besando y lamiendo mi cuerpo, algo mas grande y oscuro que el suyo —me toca devolverte el favor — aseguró bajando de la mesa para dirigirse a mi pelvis. Ahora era yo quien estaba recostado contra la mesa de madera maciza, con Gary arrodillado delante de mí. Su boca empezó a jugar con mis testículos, rodeándolos con la lengua, absorbiéndolos, sus manos acariciando mi culo y mis pantalones dejándose caer entre mis rodillas. Y luego sus labios recorriendo el tronco de mi polla, hasta mi glande que entró despacio hasta su garganta. Le agarré con fuerza del pelo, acompañando el movimiento de su boca, mientras mi erección entraba y salía en una sensación increíble, el orgasmo aguardando su momento, cada vez con más impaciencia. No podía resistirlo más, me estaba volviendo loco, pero quería ver su preciosa cara, así que le aparté tirando violentamente de su pelo hacia atrás sujetando su cabeza delante de mi polla mientras seguía el trabajo con mi mano, Gary con los ojos cerrados y la boca semi abierta, se llevó las manos hacia atrás, agarrándoselas a la espalda en un gesto de sumisión que completó el panorama, y estallé sin poder contenerme en un orgasmo brutal. Y juro que no he visto imagen más erótica en mi vida que el líquido blanquecino de mi semen desparramándose violentamente por la boca y sobre el hermoso rostro de Gary. Luego me arrodillé yo también para besarle una vez más con el sabor de mi semen aún en sus labios.

—¿Qué tal una ducha? —pregunté

—Buena idea.

Al fin prestamos atención al resto de la casita, cruzamos el único dormitorio y entramos en el amplio baño para descubrir que la cabaña no tenía agua caliente.

—Joder, está helada —aseguraba él en un ataque de risa. Nos lavamos como pudimos sin parar de reír.

—Lo bueno es que dentro de diez años nos seguiremos riendo de esto.

—¿Dentro de diez años? — respondió con mirada interrogante.

—¿Es una locura pensar que seguiremos juntos dentro de diez años?

Y el frío y las risas cayeron en el olvido. Dando paso una vez más a esa mirada que lo decía todo. —No, no lo es —susurró.

Al fin conseguimos entrar en calor en la cama bajo una montaña de mantas. Gary se acurrucó como un gato entre mis brazos, igual que hizo la primera noche que pasamos juntos. El alba empezaba a asomar y seguramente no tardaría en caer en un profundo sueño, aunque me hubiese gustado alargar el momento porque estaba disfrutando del calor de su cuerpo.

—No iras a decirme de pronto que mañana tienes que entrevistarme o alguna otra sorpresa desagradable…

—Lo único que pienso hacer mañana es follarte todo el día, y puede que también te prepare algo de comer…

La risa muda de Gary vibró en mi pecho. —Eso suena bien —dijo casi en un susurro antes de que los dos nos rindiéramos al sueño.

Cuando desperté estaba solo en la cama, y alguien había cubierto la ventana con una manta para evitar que el sol me molestara. La falta de Gary me sobresaltó por un instante, pero me tranquilicé cuando el olor a café recién hecho invadió la habitación. Salí en dirección al salón, aquello no era muy grande. El sol brillaba y Gary estaba sentado en las escaleras de la entrada mirando al infinito. Me serví una taza de café negro y salí a sentarme a su lado. —Buenos días— le saludé, y él me recibió con un beso.

—¿Sabías que no hay cobertura aquí?

—Vaya, lo siento, si necesitas usar el teléfono podemos coger el coche…

—No, es genial. Realmente has conseguido que desaparezca. —No parecía enfadado, más bien divertido —ojalá pudiera ser así siempre.

—¿Y por qué no? — y los dos nos quedamos un momento reflexionando sobre esa idea quizás, atendiendo al liquido cliente de nuestras tazas.

—¿Cuándo tienes que irte?

—En un par de días… o nunca, si lo prefieres…

Gary enterró sus ojos en los míos, de esa manera que solo él conseguía, con un gesto de emoción contenido —Podrías escribir tu libro…

—Podría buscar trabajo…

—Necesitarás un permiso… conozco una forma fácil para conseguirlo…

—Cuidado, no sigas por ese camino… porque no voy a decir que no…

Hablábamos sin despegar nuestras miradas, sentía sus ojos atados a los míos, a mi corazón, a cada poro de mi cuerpo, con la certeza absoluta de que sentimientos como este eran únicos, no se repetirían y tendría que ser muy idiota para dejarlo escapar. Gary sonrió, como si pudiese leer mis pensamientos, más aún, como si los compartiera —¿Es una locura que no quiera que esto acabe? — preguntó.

—No, no lo es.

Y allí en algún lugar en medio de la nada, alejados de miradas curiosas, a solas conspirando con el viento, un beso selló nuestra promesa de amor eterno.

(Autor: Laurent Kosta)

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¿OTRO RELATO? sigue leyendo: https://laurent-kosta.com/2019/01/18/cinco-semanas/

29 comentarios sobre “SOLO EN UN FESTIVAL DE CINE… (2ª parte)

  1. No esperaba menos , ha sido totalmente excitante y maravilloso final , de novela , podía ocurrir , seguro , todo es posible , tiempo al tiempo , eso dice un queridísimo amigo mío ,😉😘

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  2. Waooo escribes realmente precioso, estas a la altura, me ha encantado, quiero seguir leyendo más en este rincón que llegaré a apreciar teniendo en cuenta el talento de palabra para amarrarme a la trama. Simplemente genial.

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  3. Vaya, que buena historia. Quisiera poder explicarte todo lo Que senti Al leerla; pero solo dire Que ahora tengo una gran esperanza de, algun dia, ser El protagonista de una historia similar. Seguire leyendo el resto de tus publicaciones. Muy hermoso.

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  4. He quedado maravillado con el relato y ver como el periodista conquista al actor hasta que logran tener una buena relación de amor súper felicitaciones

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