SEDUCIENDO A FLAVIO. Capítulo 6

Si aún no lo has leído, empieza por el principio: https://laurent-kosta.com/2022/02/12/seduciendo-a-flavio-capitulo-1/

El viaje en taxi de vuelta al hotel lo hicieron en silencio. Flavio quejándose de estar cansado, Darío perdido en fantasías, luchando entre el deseo y la ira. En la habitación Flavio empieza a quitarse la ropa de forma cotidiana —¿Pedimos algo para cenar? —pregunta, distraído, Darío no puede quitarle los ojos de encima.

—Como tú quieras —responde acercándose. Necesita tocar su piel. Se queda de pie a su espalda, acaricia su torso desnudo, le besa el hombro, y sigue besándolo, escalando lentamente por su cuello, mientras sus manos se deleitan con el contacto de su piel tersa y su musculatura firme.

—Estoy agotado… —se queja, adivinando sus intenciones.

—Y yo estoy muy cachondo. Es culpa tuya por llevarme a tu rodaje.

Flavio se gira. Sonríe. —Vaya, debí pensarlo antes… igual no fue buena idea….

Darío no le deja terminar la frase, y ya le está comiendo la boca con ansia. Se quita con urgencia la camisa, tiene prisa por desnudarlo. —¿En serio? —protesta el chico una vez más —¿No podemos dejarlo para mañana? De verdad que no puedo más…

—No ¡Ahora!

Flavio se ríe, divertido con su locura pasajera, —vale, vale… —cede al fin.

Se desnudan, Flavio se tumba en la cama, Darío encima de él sigue besándolo enloquecido. —Quiero follarte —le dice. Eso ya no le hace tanta gracia al más joven.

—¿Por qué?

—¿Por qué? ¿En serio? —le riñe —todos te follan menos yo.

—Eso es lo que te hace especial.

—¡A la mierda! No quiero ser especial ¡quiero follarte! —Darío no espera su respuesta, ignora el gesto serio del joven, le agarra de las piernas, las sujeta elevadas, mientras su boca muerde la piel de su abdomen, y continúa descendiendo, lame su polla flácida y desganada, que permanece retorcida sobre su pelvis, y que ignora una vez más, muerde sus glúteos, rodea sus testículos, y lame con voracidad su orificio enrojecido. Flavio gime de dolor al notar sus dientes arañando su piel irritada tras la jornada intensiva de sexo. —¿Qué pasa? —pregunta irritado. —¿Vas a quedarte ahí, sin hacer nada?

—¿Qué quieres que haga?

—Porque no te contorsionas y gimes de placer como hacías en tu película.

—¿Quieres un numerito porno?

—Si, quiero eso exactamente. Quiero que te portes como una guarra como haces con los demás. Quiero que me lo des todo.

—Eso no es sexo… es… falso. Es incómodo y mecánico, incluso a veces doloroso…

—Pues no lo parece, da la impresión de que lo pasas muy bien.

—Solo finjo que me gusta.

—Pues finge para mí. ¡Date la vuelta!

Flavio se alza sobre sus codos —mira, lo entiendo, estás enfadado. Lo siento…

Darío le tapa la boca con una mano y lo empuja contra la cama —¡no, no lo entiendes! Querías esto, querías volverme loco ¿No es verdad? —le dice mientras vuelve a levantar su pierna con el brazo libre, y se acomoda entre sus piernas, su polla dura anhelando entrar en su agujero estrecho. —Querías ver cómo se me pone dura y me corro en los pantalones mirando como te follan… —su glande traspasó el umbral de su ano en ese momento. —¿Crees que no sé lo que buscabas? —Darío ardía en deseo, necesitaba sentirlo por completo, no preguntó, no esperó, solo necesitaba sentirlo.—No te hagas la remilgada ahora—. Y comenzó a penetrarlo, entrando y saliendo, olvidándose de todo por un instante, incluso de Flavio que se dejaba hacer resignado. Pero entraba con dificultad, era una posición forzada e incómoda, aun así, continuó embistiendo una y otra vez. Empezaba a sudar, su espalda se humedecía por el esfuerzo. —Date la vuelta —ordenó jadeante, y el joven no se rebeló, obedeció a su capricho.

Flavio sobre sus rodillas, ofreciéndose por completo, el rostro aun pegado a las sábanas, dejando su culo abierto para él, y Darío que no le hizo esperar. Entró hasta el fondo, toda su polla entera hasta rozarlo con los testículos entraba una y otra vez —Si, así… —exclamó entre jadeos, embistiendo con ímpetu, casi con violencia. Un movimiento mecánico y repetitivo que solo buscaba saciar la necesitada imperiosa de correrse que lo dominaba desde hacia horas. El ritmo de sus caderas se fue acelerando cada vez más, con absoluta concentración, los ojos cerrados, ya no pensaba en nada más que en alcanzar el orgasmo que estaba tan cerca y se esforzaba en alcanzar entre gruñidos en un ritmo frenético…  hasta que estalló en un chorro de placer, y el tiempo se detuvo. Su cadera apretada contra los glúteos perfectos de Flavio, todo su cuerpo en tensión, su polla sumergida por completo, mientras su semen se desparramaba llenando el otro cuerpo que satisfacía su necesidad, una oleada de placer brutal que se extendió por todo su cuerpo hasta casi convulsionar del gusto, mientras de su garganta surgía un gemido prolongado de gozo.

Tras unos segundos largos de éxtasis, en los que intentaba recuperar el aliento y la compostura, se dejó caer sobre la cama, al lado de su amante.

Flavio también se giró y se acomodó en la cama tumbado boca arriba.

—Joder, no puedes hacerme esto, Flavio. No soy de piedra.

—Lo siento. —Susurró el joven. Sin aclarar qué era lo que sentía exactamente. ¿sentía haberlo tentado? ¿Sentía haberlo enloquecido? ¿Sentía que acabaran de echar un polvo lamentable?

Los dos permanecieron tumbados uno al lado del otro, la mirada perdida en el techo, sin decirse nada. Tal vez comprendiendo que se acababa de romper aquel lazo efímero que los había mantenido juntos esos meses, a pesar de ser polos opuestos, a pesar de no tener mucho que decirse.

No se terminó aquella noche. Tal vez porque Flavio se sentía en parte culpable de haberlo provocado. Pero el final estaba presente de alguna manera. En las semanas que siguieron a su viaje a Londres, Darío encontraba cada vez más irritante las carencias intelectuales de Flavio, sus pocas luces y su ingenuidad en tantos ámbitos de cultura general no se le habían hecho tan patentes hasta entonces. Lo corregía, se reía de sus ocurrencias estúpidas, se avergonzaba de él cuando comentaba algo delante de sus colegas universitarios. También a Flavio le resultaba cada vez más insoportable las manías del catedrático maduro. Su barriga, los pelos de sus orejas, sus carraspeos matutinos. Que se resistiera a la idea de que vivieran juntos… que fuera un amante mediocre. Quizás no debieron nunca entrar en el terreno del otro. Flavio no podía ser un intelectual, ni Darío ser un rey del sexo. Tal vez lo que los atraía el uno del otro era precisamente lo desconocido, aquello que no podían alcanzar ellos mismos. Roto el misterio, la atracción se desangraba lentamente.

Una mañana, tras pasar la noche juntos, Darío se despertó solo en su casa. Buscó inútilmente a Flavio, lo llamó a su móvil sin obtener respuesta. Tan solo había dejado una nota:

“Otra vez será”

No había sentimentalismo, ni reproche. Puede que ni siquiera algún resto de amor. Era solo la constatación de algo que los dos sabían ya.

Los primeros días Darío sintió cierto alivio de que aquello hubiera acabado, aquella relación había durado demasiado, se decía. Sin embargo, con el paso de los días, mientras su vida recuperaba su rutina solitaria, comenzó a echar de menos su sonrisa por las mañanas, sus preguntas ingenuas que le daban pie a largas conversaciones, su admiración inagotable, su compañía en las tardes ociosas, su silencio discreto mientras se concentraba en su trabajo o leía un libro, su preciosa cara, su cuerpo perfecto, el olor de su piel… ¡Qué estúpido!

SIGUE A LAURENT KOSTA PARA LEER SUS RELATOS Y NOVELAS

¿QUIERES MAS? http://www.laurentkosta.com

7 comentarios sobre “SEDUCIENDO A FLAVIO. Capítulo 6

  1. No es la continuación q m esperaba, la verdad, y no sé si será ya el final de esta historia, pero m ha parecido una situación algo violenta, y una verdadera pena q acaben así, no? Me ha sorprendido mucho, sinceramente.

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s